La construcción ha sido uno de los sectores más dinámicos en los últimos años y un impulsor de la economía nacional. Sin embargo, también ha promovido cambios positivos para la cultura y ha mejorado la calidad de vida de los colombianos.
El Producto Interno Bruto (PIB) nacional se ha beneficiado durante las últimas décadas con proyectos de desarrollo urbano y rural a lo largo y ancho del país. Cada año aumentan las unidades habitacionales y edificaciones para diferentes usos. Tan solo entre enero y junio de 2018 se ofertaron 139.881 proyectos de construcción, de acuerdo a Camacol, todos ellos edificados bajo estándares que cumplen con la normatividad vigente y las expectativas de los inversionistas. Durante 2017, el acumulado anual del sector construcción en materia PIB creció 7.1% entre edificaciones y obras civiles.
Además de la evolución en términos económicos, también se han presentado otros cambios en la construcción de edificios, viviendas, empresas y parques industriales que han sido testigos de múltiples transformaciones que posicionan a Colombia como uno de los países líderes en desarrollo, técnica e innovación por sus avances en el sector.
Transformaciones en el sector de la construcción
Las tendencias hace 15 años giraban alrededor de la sencillez y lo clásico. Las divisiones en concreto protagonizaban la estética de los proyectos, la altura de los techos era más baja y las puertas y ventanas más estrechas que en la actualidad, restringiendo la entrada de luz natural y el contacto con el exterior. Sin embargo, el sector ha evolucionado para ser más amigable con el medio ambiente, amplio, iluminado y distribuido inteligentemente para potenciar los momentos de socialización y privacidad.
Actualmente, las construcciones empresariales y los proyectos de vivienda giran en torno a las exigencias globales en sostenibilidad, pues las empresas y las personas cada día se preocupan más por cuidar los recursos naturales.
El contacto con la naturaleza y la implementación de sistemas de ahorro y cuidado de recursos naturales como el agua y la energía, es parte del valor agregado de las nuevas viviendas y centros de negocio.
A través de estas estrategias en el diseño e iniciativas sostenibles, los residentes y empleados logran sentirse con mayor libertad, en medio de ambientes agradables y frescos que, a su vez, proveen una estética sofisticada y, en algunas ocasiones campestre, como la de las casas en Cajicá, con griferías ahorradoras de agua, manejo bioclimático y control solar externo.
De igual modo, los espacios se han integrado, cuando la tendencia hace tres lustros prefería la individualidad. Ahora, las constructoras en Bogotá y otras ciudades del país dirigen sus esfuerzos hacia el equilibrio con el medio ambiente, el respeto por la vegetación y la flora, la creación de espacios de uso común para el descanso y el ocio, las habitaciones funcionales y los proyectos de renovación urbana que han modernizado la infraestructura. Las más recientes propuestas de vivienda, por ejemplo, cuentan con una fachada de gran diseño y apuestas comerciales incluidas dentro del proyecto, un factor que posibilita el desarrollo económico del sector, el bienestar y la satisfacción de la población.
Por otra parte, los proyectos de construcción descritos como obras civiles, han aumentado desde finales de 2014, debido a la demanda de estructuras viales y servicios públicos que cumplan con las necesidades habitacionales y en movilidad. Este tipo de edificaciones brinda un nuevo aspecto a la ciudad y mejora la calidad de vida de la sociedad.